Siempre que hablaban el saludo era casual. Solía haber un intercambio de como se encontraban en ese momento.
Pero aquel día, directamente, le pregunto ¿Cómo estás, Silvina?
Diciendo su nombre completo.
No bastó con esa seriedad que además remarcó: de verdad.
Ella respondió “Entre predilecta y abandonada
Pero aquel día, directamente, le pregunto ¿Cómo estás, Silvina?
Diciendo su nombre completo.
No bastó con esa seriedad que además remarcó: de verdad.
Ella respondió “Entre predilecta y abandonada